Por su extensión y altos costos logísticos, la expansión de los puertos secos en la Argentina constituye un aporte significativo al desarrollo regional y a la creación de polos pro exportación porque, en general, a su alrededor además de empresas se suman despachantes de aduana, transportistas, compañías de seguro. Ya hay unos 15 funcionando, si se abre el concepto y se incluyen también los depósitos fiscales, que quedan un escalón más abajo en materia de prestaciones. Hay varios proyectados, en especial en el norte, en provincias mineras. El desafío es sumar más con áreas de frío y también complementar con ferrocarril.
Tanto los depósitos fiscales y puertos secos comenzaron a ponerse en marcha en la Argentina en los ‘90, cuando con Domingo Cavallo se cambió la normativa; son habilitados por la Aduana. En el mundo empezaron a multiplicarse cuando el crecimiento del comercio internacional implicó que los puertos empezaran a tener restricciones, entonces surgieron estas plataformas que, en general, cuentan con transporte intermodal terrestre conectado a uno o varios puertos marítimos.
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